viernes, 24 de abril de 2015

EL PODER Y LA AUTORIDAD DE DIOS


EL PODER Y LA AUTORIDAD DE DIOS
Los hijos/as de Dios, somos llamados a vivir vidas santas, piadosas y llenas del fruto del Espíritu Santo quien nos unge de su Poder y autoridad. Un verdadero cristiano, nacido de nuevo no puede ser influenciado por los demonios. Es necesario que entendamos lo que se entiende por posesión demoníaca cuando una persona esta habitada por algún espíritu inmundo procedente del reino de Satanás. Este espíritu o demonio dentro de la persona, tiene control sobre la persona influenciando al mal. Satanás nos esta constantemente acusando de día y noche. Un hijo/a de Dios, tiene la fe y la convicción de que Satanás y sus demonios, están sujetos bajo la planta de sus pies. Un hijo/a de Dios tiene la seguridad de que Dios es mucho más poderoso; y ningún demonio podrá jamás adueñarse ni posesionarse, porque viven en comunión y santidad delante de Dios.
El diablo ataca a las personas con la inmoralidad sexual, aberraciones, herejías, orgias, inmundicia, bailes eróticos, pornografía, homosexualismo, lesbianismo, adulterio, fornicación, drogadicción, alcoholismo, injusticia, avaricia, hechicería, pactos satánicos, estafa, robo, glotonería, idolatría, celos, envidias, egoísmo, orgullo, soberbia, rebeldía, crimen, suicidio... Es implícito ser obedientes a Dios y a su Evangelio. Satanás no quiere que esta verdad sea presentada claramente; porque sabe que si la gente la recibe plenamente, habrá perdido su poder sobre ellos. El dar lugar al diablo ocurre cuando no damos el lugar a Dios.
APRENDE A AUTOLIBERARTE. Teniendo la convicción,  que el Señor nos ha dado Poder y Autoridad, para echar fuera demonios; Es necesario que nos examinemos. Si en tu vida hay odio, rencor, resentimiento, desánimo, dudas, ira o sientes una opresión sin ningún motivo es necesario que te auto liberes, quiere decir que tu mismo te liberas del pecado y de las influencias de demonios. Confesándolos a Dios en arrepentimiento.
1 Juan 1:8-9 “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. --- Tenemos que estar a cuentas siempre con Dios; confesar todo aquello que sabemos que no proviene de su Espíritu Santo. Todos pecamos, lo hacemos en el pensamiento, o con palabras, o con obras.