viernes, 13 de enero de 2012

¡CORRAMOS LA CARRERA DE LA FE!

¡CORRAMOS LA CARRERA DE LA FE!

Una manera de describir la “carrera de la fe” es, correrla buscando la “paz y la santidad”. ¿Estamos los hijos(as) de Dios corriendo la carrera de la fe? Tenemos que estar consciente de los peligros que nos pueden estorbar; en este mundo lleno de dificultades y conflictos; Los verdaderos creyentes somos llamados a ser pacificadores; no a echarle mas leña al fuego. Hebreos 12:14  “Seguid la paz con todos,  y la santidad,  sin la cual nadie verá al Señor”. Con la gracia de Dios, alcanzamos la paz y la santidad que se requiere para poder ver a Dios. Podemos alcanzar, la paz con todos los hombres, con la gracia de Dios. Haciendo la paz con Dios primeramente. 2 Pedro 1:5-9Vosotros también,  poniendo toda diligencia por esto mismo,  añadid a vuestra fe virtud;  a la virtud,  conocimiento; al conocimiento,  dominio propio;  al dominio propio,  paciencia;  a la paciencia,  piedad; a la piedad,  afecto fraternal;  y al afecto fraternal,  amor. Porque si estas cosas están en vosotros,  y abundan,  no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta;  es ciego,  habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados”. Crecer en la gracia, no se trata de otra cosa que la experiencia de la santificación y  huir de la corrupción que hay en el mundo a causa de las concupiscencias, y ser participantes de la Naturaleza Divina. Tengamos más diligencia en proseguir adelante en nuestra carrera espiritual. Y ser guiados por el Espíritu Santo. La fe es la base, pero a esto hay que añadir las otras partes, la virtud, la templanza, la paciencia, el conocimiento, la piedad y el principal el amor. Efesios 2:8-9  “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe;  y esto no de vosotros,  pues es don de Dios; no por obras,  para que nadie se gloríe”. La Doctrina de la Gracia enseña que somos totalmente incapaces de salvarnos a nosotros mismos, o de hacer algo para merecer nuestra salvación, y para mantener nuestra salvación. Somos salvos totalmente como un acto de la voluntad de Dios, y no hacemos nada para merecerlo de ninguna forma. Estábamos muertos espiritualmente; no merecíamos nada solo merecíamos la ira de Dios; éramos rebeldes y atados al pecado y a Satanás. En medio de esa condición, Dios nos salvo, por medio de Cristo. Él lo ha hecho todo, y no podemos acreditarnos nada a nosotros mismo. Al correr la carrera de la fe, la paz con todos y la santidad ante nuestro Dios son necesarias para poder alcanzar nuestras metas. Pero debemos de tomar en serio las cosas que nos pueden impedir alcanzar la paz y la santidad que se requiere para poder ver a Dios.