miércoles, 18 de enero de 2012

¡DIOS CONOCE NUESTROS CAMINOS!

¡DIOS CONOCE NUESTROS CAMINOS!

Nuestros caminos son conocidos sólo por Dios. Sabemos que somos resguardados por Dios, que Él nos acompaña, que Él nos gobierna; y por lo tanto, no importa qué pruebas soportemos o qué aflicciones experimentemos, el Señor nos guarda de todo mal, cuida nuestra vida misma. Que nuestros ojos miren lo recto y podamos examinar la senda de nuestros pies. No desviarnos a la derecha ni a la izquierda. No debemos caminar de manera desordenada, al capricho de las circunstancias y de las influencias. Recordemos que nuestro ser interior gobierna todo nuestro comportamiento exterior. Prov. 4:23-24 “Sobre toda cosa guardada,  guarda tu corazón;  Porque de él mana la vida. Aparta de ti la perversidad de la boca, Y aleja de ti la iniquidad de los labios”.  La perversidad y la iniquidad (demonios) tienen que ser apartados de nosotros; Por esto es necesario que toda persona que quiera recibir bendición de Dios, debe arrepentirse, confesar su pecado, y no encubrir o dicho en otras palabras renunciar.  Prov. 5:21  “Porque los caminos del hombre están ante los ojos de Jehová, Y él considera todas sus veredas.”. Jeremías 32:19 “…Porque tus ojos están abiertos sobre todos los caminos de los hijos de los hombres, para dar a cada uno según sus caminos, y según el fruto de sus obras”.     Dios toma conocimiento de todo; y él retribuye, (Recompensa o pago alto, por un servicio o trabajo): según su justo gobierno. No nos dejemos engañar por las mentiras que el enemigo nos pone en nuestro camino.
Perversidad: (Malignidad, maldad muy grande e intencionada, perversidad de un crimen).
Iniquidad, (Perversión, inclinación al pecado con terquedad, maldad aprendida, habituada o heredada; pecados ocultos y renuentes, debilidades, mala conducta, malos hábitos, pecados repetitivos).
Los caminos de Dios tienen diversos aspectos. Es evidente cometer un grave error al pensar que es posible hacer invisibles ciertos rincones del corazón ante Dios, se nos exhorta a juzgar en nosotros lo que no puede tener la aprobación de Dios, y ser enseñados a que siempre examinemos el estado de nuestro corazón. El problema es cuando nos examínanos y creemos que de nada tenemos mala conciencia. Cuando empezamos a apreciar todo lo que esta a nuestro alrededor, cuando reconocemos todo lo malo que hemos sido y comenzamos a trabajar en los cambios que experimentamos, y el esfuerzo que hagamos en mantenernos firmes, siguiendo la huella del Señor Jesucristo, sin desviarnos ni a izquierda ni a la derecha. Es cuando comprendamos que solo somos peregrinos de este mundo.